El sol está muy fuerte y la huerta está esplendorosa. Algunas plantas disfrutan de las altas temperaturas pero otras sufren y hay que protegerlas con sombra —los nuevos almácigos con lechugas, acelgas, espinacas, rúculas, apios, perejiles y cilantros.
La tierra se seca más rápido y debe regarse con una frecuencia mayor, a la noche o la madrugada para evitar la evapotranspiración y aprovechar tal preciado recurso.
A medida que las plantas crecen cada vez más se van atando —los ajíes o las tomateras en caballetes y respaldos. Se comienzan a cosechar los primeros frutos del verano: tomates, morrones, berenjenas, duraznos, ciruelas, zucchinis.
La vida desborda y se nota en la vitalidad de las plantas, pero también en los bichos: durante el día se ven abejas, chinches, gusanos y escarabajos; cuando refresca a la noche, ciempiés, caracoles y babosas.
Todo el suelo está ocupado, con hortalizas, plantas ornamentales o abono verde. El verano, también, es sobreabundancia de flores: jazmines, dahlias, girasoles, gazanias, rosas y begonias.
A disfrutar de la naturaleza y plantar, al menos parte, de nuestro propio alimento. Y si querés aprender sobre cultivos, especies, biopreparados, compost y mucho más, podés conseguir nuestro libro #HUERTAS en librerías de todo el país.
El arte gráfico es de nuestra genia amiga @phoro
Pd: Es tradición que el 1° de enero se siembre milpa —las 3 hermanas o cultivos asociados de las culturas precolombinas: maíz, zapallo y porotos.