por Mauricio Pizard
Martina Alonso es cocinera y fotógrafa, especializada en fotografía y estilismo culinario. Ha trabajado en la imagen de varias publicaciones culinarias -tanto fascículos como libros-. Su base está en Lussich, frente al Arboretum en Punta Ballena -en dónde en temporada abre las puertas a la hora de la cena-, pero cocina también en Montevideo, en formato de cenas privadas y servicios para eventos y ocasiones particulares. Es perfeccionista del detalle mínimo pero también tiene la capacidad del ver el total de la imagen mientras se está gestando -las texturas y las consistencias de los preparados, por ejemplo- y esto tal vez se deba a que sabe cocinar y, mejor aún, sabe comer.
¿Cuál fue tu primer acercamiento a la cocina? ¿Llega por el restaurant de tu tío y tu papá?
Venimos de una familia donde a todos nos gusta comer y cocinar. Nuestra abuela paterna se pasaba sus días sentada en una silla haciendo dulces, helados, morcillas, pate y todo lo que se te ocurra. En mi casa se cocinaba todos los días, hasta el punto que de niña pedía por favor que me compren cosas congeladas y galletitas como tenian en la casa mi amigas. De adolescente hice varias temporadas en el restaurante de mi tio, Oliva&Sal (Punta Ballena), fui cajera, encargada, hice postres, hasta que en el 2008 mi tio falleció y con mi padre nos hicimos cargo del lugar. Casi al mismo tiempo, empece a trabajar en Montevideo en eme -productora de contenidos gastronómicos- como diseñadora gráfica. Al poco tiempo me preguntaron si me animaba a hacer las fotos de comida y enseguida dije que si. Basicamente me pase 3 años viendo cocineros, leyendo recetas y armando libros. Creo que fue ahí cuando me di cuenta que quería cocinar.
¿Qué es Lussich y qué significa para ti? Cocinás con tu hermana, que según tengo entendido dice que preparás la mejor moussaka griega de cordero y berenjenas del mundo. ¿Cuál es el secreto?
Lussich es un proyecto familiar. Surgio en una charla de domingo con mi hermana y mi novio, lo «dificil» fue preguntarle a mamá si estaba de acuerdo en que durante el verano le usaramos la casa como restaurante. No lo dudo un segundo, la respuesta fue un si rotundo. Todos ayudaron como pudieron, fue realmente un proyecto que salió por que todos aportaron algo. Fueron unos meses divertidos que nos pasamos en Punta Ballena armando mesas, haciendo la huerta, equipando la cocina, ordenando la casa.
El secreto de la cocina de Lussich, y esto es lo que heredamos de mi abuela y mis padres, es que todo sea casero y que la primera materia sea la mejor que se pueda conseguir. Y que nunca falte el amor, yo llamo cocinar con amor a cocinar todo como si fuera para uno mismo.
La moussaka es un plato que probe que en Grecia y quede enamorada. Me di cuenta que llevaba ingredientes que durante los meses de calor se daban muy bien en Uruguay, tomate, berenjena y cordero. La fui haciendo y perfeccionando hasta llegar a una receta que a todos les gusta. Los comentarios de la gente siempre fueron muy positivos. Puede que este y el hummus con cordero hayan sido los platos más halagados de Lussich.
¿Qué tanto de auténtica debe tener una foto gastronómica?
Yo soy de la línea de que todo sea natural. En la fotografía editorial, que es el área donde me especialicé, se usa mucho que las fotos sean muy reales, con ingredientes reales, colores reales. El secreto esta en ser cuidado, detallista, muy prolijo y sobre todo en saber componer. Hay trucos claro, y esta bien usarlos, pero no hay que abusar. Además no hay nada más lindo que probar los platos una vez que la foto terminó. 🙂
¿Cual fue el mejor y el peor plato que tuviste que fotografiar?
Los proyectos más lindos son cuando puedo encargarme también del estilismo culinario. Esto no pasa siempre, porque hay cocineros que ni siquiera entienden que es eso y son medio «celosos» a la hora de que otro meta mano en sus platos. El proyecto más completo que hice fue una colección de más de 200 recetas todas con dulce de leche. Un empalague total. Fue un proyecto muy lindo, donde jugamos con fondos oscuros, muchas texturas, hubo tiempo de pensar cada plato.
La foto la más complicada que saque fue un postre que era un “copón” -así le llamaban- navideño, que consistía de una copa de vidrio gigante llena de frutas, merengues, crema, helado, todo parecia un enchastre. Los vidrios de la copa se empañaban del frío, se ensuciaban, cuando intentaba limpiarlo se ensuciaban más. Fue todo una hazaña, pero finalmente saqué la foto.
¿Te animás a recomendar 3 libros de gastronomía que no pueden faltar como referencia a cualquier estilista gastronómico?
Me gusta mucho una irlandesa que se llama Katie Quinn Davis, que además de ser una gran estilista y fotógrafa, sus recetas son deliciosas. Esto lo descubrí después que compré dos de sus libros y empece a probar las recetas y todas estaban muy bien. Otro que me gusta mucho su estética y lo tuve que usar varias veces de referencia es Jamie Oliver. Trabaja con un fotografo que se llama David Loftus y creo que hacen un buen equipo. Y por último todos los libros de Food52. Me encanta el estilo que tienen en todo lo hacen, son una clara referencia de lo que me gusta y sobre todo los props que usan. Paso horas en el shop mirando todos los props para intentar buscar cosas parecidas por estos lados.
¿Con qué viene Lussich a “Ollas del mundo” de Garage Gourmet?
Se viene con una propuesta muy brasileña, feijoada y una torta de banana, coco, nueces y dulce de leche. Brasil es un país que siempre tuvimos muy cerca, mi tío vivió allá, mi hermana también y era donde íbamos de vacaciones con mi padres cuando eramos chicas. Y la feijoada es un plato que nos encanta. Cuando visite a Sofia allá aprendi a comerla como ellos lo hacen, los sábados al mediodía, con mucha farofa, naranja y caipirinha. Nuestra receta tiene un toque especial que es cambiar el couve por cilantro que le queda impresionante a la feiojada.
sábado 9 de junio de 11 a 21 h en el Espacio de Arte Contemporaneo
(ex cárcel de Miguelete), Montevideo, Uruguay